martes, 8 de marzo de 2011

descampaña electoral

Hace poco vi una película que trataba sobre un activista político estadounidense, en una escena, tras un debate electoral, su rival le dice “hablas mucho de lo que criticas y muy poco de lo que defiendes, a la gente tienes que darla ilusión”. Animado por esa frase y por la entrada en las fechas definitivas de la campaña electoral comencé a pensar.

A nivel estatal estamos sumidos en la mayor crisis económica que jamás halla conocido este país, el gobierno parece quedarse sin ideas y a la oposición solo se le escuchan reproches. Ves un debate del estado de la nación o una sesión parlamentaria y solo se perciben críticas a los errores cometidos por el gobierno o a los fallos de la oposición cuando esta ostentaba el mando. No se oyen planes para fomentar el empleo o políticas que promociones la competitividad o la productividad.

Más claro aun es el caso de la corrupción, motivo por el cual se dispensan palos a todos los partidos políticos y que todos a su vez ven como un problema, pero frente al cual no se escuchan medidas activas por parte de un grupo u otro para convertirlo desde el propio partido. Es verdaderamente vergonzoso para este país que personas imputadas por malversación, prevaricación o cohecho estén presentes en las listas para las próximas elecciones municipales y autonómicas, cuando debería ser su propio partido el que les apartase temporalmente hasta la resolución de los casos.

En la política moderna es España no mejor el que mejor planes tiene, sino el que mas promete, por muy descabelladas que parezcan sus promesas; ya no se hace campaña electoral, sino de imagen; ya no es posible buscar al mejor político, sino al mas limpio, convirtiéndose así cada debate en un proceso de desacreditación del rival, muy lejos de la inicial comparativa de estrategias políticas.

Pero aun con eso, lo peor, lo mas frustrante como parte del electorado de este país es que lo estamos permitiendo, el mal político seguirá ganando elecciones y el corrupto seguirá ostentando algo de poder, mientras que el votante tiene que apretarse cada vez un cinturón que se va convirtiendo en una soga que le ahoga lentamente.

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